
La soledad en la tercera edad conduce al aislamiento, lo que hace que, con frecuencia, nuestros mayores tengan carencias sociales y riesgo de padecer trastornos como depresión, ansiedad o estrés. Asimismo, la falta de estimulación mental, implica un mayor riesgo de enfermedades relacionadas con el deterioro cognitivo, como la demencia o el Alzheimer, y está probado que la falta de apoyo emocional es sinónimo de una mayor mortalidad. Por este motivo, es importante que nos responsabilicemos individual y colectivamente de nuestros mayores. ¿No sabes por dónde empezar?
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