Sí, soy profesional de una consultora. Una profesión cada vez más conocida pero que siempre tengo que explicar qué hago. Y es que no es fácil para un periodista de toda la vida, a sus 50 años, tener que reinventarse en otra empresa. Pero así es la vida. No corren buenos tiempos para el mundo del periodismo. La profesión más bonita del mundo pero que en los últimos años se está tirando por la borda. Una mala planificación, una ‘salvamización’, sí del desaparecido Sálvame, de la profesión y las nuevas tecnologías han dado una estocada letal a la profesión. Ahora ya se dice que la Inteligencia Artificial puede acabar con los periodistas, pues no me extrañaría. Como ocurre con muchas cosas de la vida, tenemos lo que nos merecemos.
Comenzaba mi artículo afirmando que soy un profesional de la consultoría, pero para llegar hasta ahí he tenido que dar muchas vueltas y saltos. Os cuento un poco mi vida y ya os podéis hacer a la idea.
Nunca pensé que después de 25 años trabajando en la misma empresa, un día vendría un gerente que llevaba menos de un año y me dijo “estamos haciendo reajustes y tenemos que dejar de contar contigo. Creemos que tienes un perfil con el que no tendrás problemas para encontrar trabajo”. Muy bien, dicho así suena muy bien, campeón, pero todos sabíamos que no era así. El mundo del periodismo actual no está preparado para buscar trabajo nuevo a los 50 años. Entre otras cosas porque ninguna empresa me iba a pagar mi experiencia. Ahora lo que quieren son jóvenes pimpollos que salen de la universidad que se dedican al copia y pega y que no exigen mucho. Les vale cualquier cosa.
Un cambio de 180 grados
Yo tenía claro que toda una vida dedicada al periodismo local y una pasión tremenda por la escritura, he ganados dos premios literarios, y mi habilidad para investigar me iba a servir de algo. Pero luego, cuando te das cuenta de lo que hay en la calle, sabes que no será así. Después de meses de búsqueda de trabajo, llamando a muchos periódicos de esos que siempre me pedían contactos, me di cuenta de que el mercado periodístico estaba saturado. Iba a ser muy difícil encontrar otro trabajo en el mundo de los medios de comunicación. Esto ya no era para mí. Con todo el dolor de mi corazón decidí dar un giro de volante al automóvil que estaba conduciendo desde hace más de 25 años.
Fue entonces cuando decidí tomar las riendas de mi propio destino y buscar trabajo en un sector del que había oído pero que nunca me imaginaba que podría acabar en él: una consultora de comunicaciones. La verdad es que no sabía muy bien por dónde empezar, pero fueron otros profesionales de este sector, como por ejemplo los profesionales de Propós, los que me comentaron que con mis amplios conocimiento en el área, yo podía ayudar y asesorar a empresas locales con mis estrategias de comunicación y relaciones públicas. Es decir, como si hubiera estado al otro lado de la barra del bar y ahora me ponía al frente de ella.
Y la verdad es que los comienzos, lejos de lo que podría pensar, fueron muy prometedores. Comencé a contactar con clientes potenciales y a ofrecer mis servicios como consultor de comunicaciones. Eso sí, antes me tuvo que asesorar y preparar un par de cursos y sobre todo hablar con gente que más sabe de esto, por ejemplo como os digo con la gente de Propós. Ellos me dieron dos consejos, el primero que fuera independiente. El segundo, que me especializará en algo. En este caso, ellos lo habían hecho en sostenibilidad y expertos en debida diligencia en derechos humanos. Dos temas candentes pero desconocidos, por lo que todas las empresas necesitan asesoramiento.
Para los clubes
En mi caso decidí hacerme una consultara experta en comunicación deportiva, ya que ahora mismo no se sabe muy bien vender. Hay que saber vender una empresa, por ejemplo los clubes de futbol, pero sabiendo que el deporte trasmite unos valores que se tienen que mantener. Y en este caso, los propios jugadores de un equipo, por poner un ejemplo, tienen que saber dónde están.
En mi consultora, nos encargábamos de diferentes funciones. Por un lado, hay que realizar un análisis y diagnósticos de la situación comunicativa de las empresas deportivas con las que trabajábamos. Esto incluye evaluar su presencia en los medios, su reputación en línea y su manejo de crisis cuando las cosas no van bien. Una vez identificados los puntos débiles, es el momento de diseñar estrategias y acciones para mejorar la imagen de la empresa y comunicarse de manera efectiva con su público objetivo. Y es que no nos hacemos la importancia que tiene la imagen en una empresa.
Por supuesto, mi experiencia sirvió para ofrecer servicios de redacción y edición de contenido, como comunicados de prensa, artículos de blog o notas informativas para todas estas empresas deportivas que luego no saben trasmitir lo que hacen.
Y así es como este periodista de 50 años pudo reinventarse y convertir mi pasión por la comunicación en un negocio para poder salir adelante. No me arrepiento, a pesar de la adversidad, porque tengo claro que si quieres puedes.