El periodo académico (enseñanza primaria, secundaria, universidad) es una de las etapas más importantes de nuestra vida. Un periplo de varios años que atraviesa por momentos exigentes que pueden llegar a dejar huella sobre nuestra salud mental. Te comentamos los trastornos mentales más habituales entre los estudiantes.
Para afrontar este tema nos vamos a centrar en la universidad. La formación académica probablemente más exigente y donde las contradicciones se agudizan más.
Según un estudio publicado por la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) y que aparece publicado en el portal de internet N.I.H. (National Center of Biotechnology Information), las enfermedades mentales más habituales entre la comunidad universitaria son la ansiedad, la depresión, los trastornos neuróticos derivados del consumo de estupefacientes y los trastornos de conducta.
El informe proviene del análisis y comparativa de los datos de consulta e ingreso en unidades psiquiátricas aportados por 21 países miembros de la O.M.S. Todos los datos recogidos hacen referencia a jóvenes de ambos sexo con edades de entre 17 y 22 años y que afirmaban estar estudiando en una universidad aunque no hubieran terminado la carrera.
Pasaremos a ver cada uno de estos trastornos.
Ansiedad.
Aproximadamente un 20% de los estudiantes pasan por trastorno mental en algún momento a lo largo de la carrera. De estos trastornos, los más frecuentes son los trastornos de ansiedad, que perjudican a un 14,7% de los afectados.
Hay que partir, en primer lugar, de que la ansiedad es una respuesta de los seres vivos ante un peligro inminente. Un resorte mental para protegerse. El problema aparece cuando la ansiedad es desproporcionada con relación a la causa que la ha provocado y/o persiste en el tiempo.
La ansiedad durante la universidad suele estar relacionada con el estrés y la autoexigencia. El alumno está sujeto a un nivel de presión que no puede gestionar y tiene unas expectativas académicas que le bloquean.
Los alumnos con ansiedad suelen preocuparse en exceso por la competencia dentro de los estudios y por su rendimiento académico. Hay que detenerse en este punto. No es que estén preocupados por si se aprenden el temario o si van preparados al examen. Lo que más les preocupa es el resultado, la puntuación. Si van a estar a la altura de las expectativas que se han fijado. En ocasiones, estas expectativas están influidas por su entono, pero siempre son asumidas como propias.
Estos alumnos suelen exteriorizar la intranquilidad, son fácilmente irritables, pueden cambiar con rapidez de estado de ánimo y padecen trastornos del sueño y dolores estomacales.
En los estudiantes la ansiedad actúa como un bucle que se retroalimenta. Su excesiva preocupación les impide concentrarse y retener información. Lo cual va a afectar negativamente a su rendimiento académico, haciendo que se sientan cada vez más ansiosos. Hasta que llega un punto en el que se paralizan.
Al verse lejos de los objetivos que se ha fijado, esto crea en el estudiante una merma de la autoestima que a su vez da lugar a la proliferación de pensamientos negativos y fatalistas.
Para abordar estos casos, Carlos Ruíz León, psicólogo sanitario cordobés especializado en el tratamiento de la ansiedad y la depresión, propone adoptar un enfoque de evaluación comprensiva complementado por un apoyo emocional.
El profesional debe esforzarse por comprender la situación del paciente, por descubrir los factores que han desencadenado la ansiedad y por entender cuáles son sus metas y expectativas. Solo así, poniéndose en la cabeza del estudiante, descubriendo su esquema de pensamiento, se le puede ayudar a superar esa situación.
Depresión.
La depresión afecta a un ratio de entre un 6 y un 9% de los estudiantes que padecen algún trastorno psicológico. Se da el doble de casos en mujeres que en hombres y es frecuente en los primeros años de carrera.
Según la revista de divulgación médica Saber Más, los síntomas más frecuentes entre los universitarios con depresión son el insomnio, la falta de apetito y la pérdida de peso. También aparecen síntomas afectivos como la tristeza patológica, el decaimiento, la sensación de malestar y la impotencia. La depresión, en algunos casos, da lugar a trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa.
La comunidad médica coincide en señalar que la depresión es una enfermedad multicausal. Que aparece como suma de varios factores. Entre ellos podemos encontrar problemas económicos, bajo desempeño académico, problemas de adaptación en el entorno universitario, pero desde luego hay uno que suele estar presente en muchos casos. Es la dificultad del alumno de gestionar el paso de la enseñanza secundaria a la universidad y el cambio de vivir en un entorno familiar a hacerlo en un ambiente universitario. Este cambio se agudiza en aquellos estudiantes que se desplazan para poder estudiar. Que dejan el domicilio familiar para pasar a vivir en una residencia o en un piso de estudiantes.
La depresión es una de las causas de abandono universitario y puede provocar en el alumno una apatía y desinterés por los estudios. Lo más preocupante de esta enfermedad es que genera en el enfermo sentimiento de culpa, baja autoestima y puede despertar impulsos suicidas.
Muchos de los casos de depresión ni tan siquiera se llegan a diagnosticar. O se viven en silencio, o la familia y los amigos lo atribuyen a un estado de ánimo. Es importante partir de que la depresión no es un estado anímico, sino una enfermedad que afecta a los neurotransmisores y que requiere de seguimiento médico y de tratamiento farmacológico.
Consumo de estupefacientes.
El consumo descontrolado de estupefaciente puede provocar desórdenes psicológicos.
La universidad coincide con un periodo de transición de la adolescencia a la edad adulta. El joven siente una mayor libertad, no está bajo el control de los padres y puede sentir la tentación de experimentar con sustancias prohibidas. Los trastornos psicológicos derivados del consumo de estupefacientes afectan a entre un 4,5 y un 7% de los estudiantes que sufren algún trastorno mental.
La droga más consumida por los jóvenes es el cannabis. La marihuana y sus sucedáneos son una de las drogas menos adictivas que existen, pero su consumo descontrolado puede provocar falta de memoria, problemas de atención y dificultad para resolver problemas mentales. Toda una serie de efectos secundarios que afectan directamente a la capacidad de estudio del estudiante. A edades tempranas, el consumo excesivo y prolongado de la marihuana puede provocar daños neuróticos, psicosis y hasta esquizofrenia.
La cocaína es otra droga que se consume en ambientes jóvenes, aunque este suele estar más ligada a la fiesta y al ocio nocturno. A diferencia del cannabis, la cocaína es altamente adictiva. El joven puede desarrollar una dependencia a esta sustancia que le provocará un estado de ansiedad que solo consigue saciar tomando algún estupefaciente. Los cocainómanos suelen ser poli-toxicómanos. Prefieren calmar su ansiedad con la cocaína, pero si no la tienen a mano no les importa consumir alcohol o cannabis con tal de calmar su impaciencia.
A largo plazo, el consumo de cocaína en adultos jóvenes provoca faltas de memoria, falta de concentración y el desarrollo de conductas impulsivas con dificultad para controlar las emociones.
Trastornos del comportamiento.
Los llamados trastornos del comportamiento afectan a entre un 3 y un 5% de los universitarios que padecen algún trastorno mental. Los más habituales son el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), el Trastorno Disocial (T.D.) y el Trastorno Negativo Desafiante. (T.N.D.).
El TDAH se suele relacionar con niños, pero lo cierto es que persiste en adultos jóvenes mayores de 18 años, e incluso después. ¿Puede una persona con TDAH estudiar en la universidad? Por supuesto, este trastorno no significa que el joven sea mal estudiante, solo que tiene problemas para concentrarse en una tarea y que tiende a ser impulsivo. En edades universitarias, el TDAH se manifiesta en jóvenes que no fueron diagnosticados a tiempo o cuya enfermedad no se pudo controlar en la infancia. En la adolescencia y en la edad universitaria el aspecto agresivo e impulsivo del TDAH se puede exacerbar. Esto puede afectar a las relaciones sociales e interpersonales del estudiante con su entorno, así como provocarle episodios de ansiedad debido a los desajustes funcionales.
El trastorno Negativo Desafiante (TND) es un patrón de comportamiento que se manifiesta con una actitud negativa ante las figuras que representan autoridad. En la universidad, los profesores. El sujeto tiende a provocar discusiones y a no cumplir con sus responsabilidades, como expresión de rebeldía, pero no se suele ser violento. Es frecuente en niños de entre 8 y 10 años y puede volver a reaparecer en la adolescencia y en la edad adulta. Este trastorno tiene comorbilidad con otros trastornos, especialmente con el TDAH, por lo que al diagnosticarlo hay que descartar que el sujeto padezca Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad.
El trastorno más grave de los que se puede padecer a principios de la edad adulta es el Trastorno Disocial o T.D. Este trastorno sí suele ser agresivo y se manifiesta en un comportamiento antisocial que vulnera los derechos de las otras personas y las normas básicas de convivencia. Suelen ser personas inmanejables que provocan un deterioro progresivo en las relaciones interpersonales.