Nos hemos aburrido de nuestro sofá. Su color ya no hace juego con las paredes que vamos a pintar el día menos pensado del color que se nos ocurra. Aparte, tiene manchas que no salen, no hemos sabido limpiarlas o se han incrustado por sí mismas. Sin embargo nos gusta nuestro sofá. Es cómodo, tiene la silueta de nuestro trasero ya bien definida y lleva muchos años con nosotros. Pero está sucio y la tela un poco pasadita; pero no quiero deshacerme de él. Dilema.
Cómo algunos poseemos espíritu aventurero a la hora de emprender en ciertos ámbitos, nos vamos a aventurar en como tapizar nuestro queridísimo sofá. Lo peor que puede pasar es que nos grapemos un dedo por accidente. O que dejemos alguna arruga en la tela. En cualquier caso, la ocasión bien lo merece: conservar nuestro sofá.
Puesto que somos profanos en el tema, inexpertos y además un poco torpes, no hemos dudado en consultar a los expertos en tapicería de Curtidos y Tapicerías quienes recomiendan las telas de limpieza fácil como Aquaclean, concretamente colores neutros como estas telas Rustika. Han sido conscientes de nuestra pretensión aventurera y nos han aconsejado, directamente cambiar el sofá. Luego han cedido y nos han hecho ver que no es tan complicado.
Así que vamos a ponernos manos a la obra.
Preparando la aventura
Antes de empezar con la práctica, tenemos que tener en cuenta unas cuantas cosas, materiales, medidas, herramientas. Cada sofá es un mundo. Para muchos, un micro universo personal donde pasar horas y horas viendo series, películas, jugando, durmiendo o soñando despiertos. Por tanto, ojear el sofá que va a ser víctima de nuestra curiosidad tapicera, es importante.
Conocer las piezas con las que está montado, su diseño, los brazos, cojines, respaldo, las uniones, etc. Es posible que haya que desmontarlo para poder quitar la tapicería vieja y luego, poner la nueva. Importante: ¡tomar medidas! Que luego a la hora de comprar la tela, no nos vayamos a quedar justitos.
Reunir las herramientas y materiales que vamos a necesitar: tijeras, cinta métrica, máquina de coser, grapadora (de las de tapizar que con una de andar por casa como que no va a quedar bien), destornillador, alicates, un martillo por si las moscas, tijeras, papel y boli, la tela y espuma si es necesario para rellenar los cojines. No olvidemos las cremalleras que a buen seguro, alguna hará falta.
Como ya tenemos todo lo necesario, vamos a tomar un tiempo para saber si estamos preparados para continuar. Tal vez, llegados a este punto nos ha entrado el miedo y no creamos ser capaces de coronar la cima. Pero sí, podremos con ello. Solo hay que ir paso a paso. Ahora es cuando empieza la aventura.
Desmontando el miedo
Eso mismo, desmontamos nuestros miedos iniciales y nos ponemos a desmontar el sofá. No hay dolor, vamos por partes, alicate en mano. Toca quitar todas las piezas de tela que cubren el sofá. Ahora es cuando toca decidir si cambias el relleno o no. Lo mejor es cambiarlo para que quede como nuevo, pese a que desaparezca la silueta de nuestro trasero.
Ya tenemos a nuestro sofá desnudito, como no queremos que pase frio, seguimos trabajando sin prisa, pero sin pausa. Con las piezas, hacemos los patrones que vamos a necesitar. Con calma, haciendo gala de nuestra paciencia, siendo precisos y técnicos (aquí no vale lo artístico), dibujamos las plantillas que vamos a utilizar para cortar las piezas nuevas.
Con estas plantillas, sobre la tela que hayamos elegido, marcamos las piezas. Cuando las tengamos todas, las cortamos. Lo demás, es coser y cantar. A poner a prueba nuestra destreza con la máquina. Es conveniente remallar los bordes para evitar deshilachados más tarde.
Pasada la fase de maestros de la costura, comprobamos que todas las piezas estén bien cosidas y montadas.
Llegó el momento de vestir de nuevo a nuestro sofá. Con paciencia y ayudándonos de alguna chincheta antes de hacer uso de la grapadora, vamos colocando cada pieza en su lugar. Cuidado de no graparse un dedo y voila, ya hemos cumplido con la parte más difícil.
Quedan los cojines, si llevan cremallera, que seguro que si, al montar las piezas, ten cuidado de coserlas correctamente. Asegúrate de que cierran bien y, a pelear con ellos para meter el relleno. Para algunos esta acción resulta extremadamente fácil, para otros, la lucha conlleva a veces la rendición. Si la espuma o relleno es nueva, es posible que cueste más. La tela no está cedida y la espuma tampoco. Pero con un poco de paciencia, lograrás tener tu cojín a tiempo de ver el nuevo capítulo de tu serie favorita.
En resumen, los pasos a seguir son los siguientes:
– Estudiar detenidamente tu sofá metro en mano.
– Quitar las piezas a sustituir.
– Dibujar las plantillas o patrones de las piezas.
– Cortar las piezas y coserlas.
– Grapar las piezas en la estructura del sofá.
Las telas a elegir para tapizar el sofá pueden ser de distintos materiales. Algodón, lino, antimanchas, terciopelo o polipiel son algunas opciones con las que se puede trabajar fácilmente. Los metros, suelen oscilar entre los catorce y dieciséis, para un sofá de dos plazas. Aunque lo mejor es consultar con los expertos que te van a vender la tela. Ellos sabrán asesorarte y decirte la cantidad necesaria.
Tapizar un sofá puede parecer toda una aventura, de hecho, si no los has hecho nunca, a buen seguro lo será. Seguramente, una vez metidos en el fango, te resulte divertido a la par que laborioso. Entretenido y por supuesto, gratificante. Lo que uno hace con sus propias manos siempre tiene mayor valor.
Además de que conservarás ese sofá que tanto te gusta, no tendrás que gastar dinero en uno nuevo. Lo que ahorrarás haciéndolo con tus propias manos, puedes invertirlo en otras cosas.
Por otro lado, las opciones de personalización son infinitas. Puedes hacerlo con colores diferentes para cada cojín o pieza. Cada brazo de un color o textura, o hacer que te personalicen la tela con los motivos que más te gusten. Una vez que empieces la aventura, te será difícil parar. La grapadora y la máquina de coser, tienen su punto.
