Desde que era pequeño siempre he querido ser dentista. Me parece un mundo superinteresante. Así que cuando entré a la carrera lo hice con muchas ganas, y ahora, ya con 21 años, estoy en un punto en el que cada cosa nueva que aprendo me hace reafirmar que estoy donde quiero estar.
El otro día, en clase, nos mandaron un trabajo que me hizo cambiar por completo la forma de ver la odontología. Teníamos que investigar sobre enfermedades sistémicas que pueden detectarse en la boca. Al principio pensé: bueno, será sobre encías, caries o infecciones, lo típico.
Pero no. Resulta que hay enfermedades que afectan a todo el cuerpo, y que uno de los primeros sitios donde se pueden notar es en la boca. Y no hablo solo de cosas simples, estoy hablando de enfermedades como la diabetes, el alzhéimer, problemas del corazón, e incluso algunos tipos de cáncer.
Me pareció brutal. ¿Cómo puede ser que algo tan pequeño como la encía o un diente te esté diciendo que algo más grande está fallando en tu cuerpo? Cuanto más leía, más me enganchaba. Así que decidí que quería hablar de esto con más gente, porque sinceramente, si no estudiara esto, no me habría enterado nunca.
Y si tú tampoco lo sabías, no pasa nada, por eso quiero contártelo. ¡Vamos al lío!
¿Qué es una enfermedad sistémica?
Vale, antes de ir más allá, quiero aclarar esto. Una enfermedad sistémica es una que no afecta solo a una parte del cuerpo, sino que puede influir en varios órganos o sistemas a la vez. Por ejemplo, la diabetes no solo afecta al azúcar en la sangre, también tiene consecuencias en los riñones, en la vista, en los nervios… y sí, en la boca también. Lo mismo pasa con el alzhéimer, el VIH o las enfermedades del corazón.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver la boca con todo esto? Pues más de lo que imaginas.
La boca no es un sitio aislado del cuerpo
Una de las cosas que más investigué y que me enseñaron en Clínica Dental Ágora, con quienes me documenté ya que es una clínica que sabe lo que hace, fue que la boca no está separada del resto del cuerpo. Parece algo obvio, pero muchas veces la tratamos como si fuera una cosa aparte. Y no, está conectada al sistema circulatorio, al sistema inmunológico y también al sistema nervioso. Además, en la boca hay bacterias, mucosas, encías, vasos sanguíneos… todo eso puede dar pistas de cómo estás por dentro.
Y es aquí donde entra la parte interesante: muchas enfermedades dejan señales en la boca antes incluso de que tú sepas que estás enfermo.
La diabetes y la boca
Empiezo por la diabetes porque es uno de los ejemplos más claros. Resulta que una persona con diabetes, sobre todo si no la tiene bien controlada, tiene más riesgo de tener enfermedades en las encías. Esto se llama periodontitis, y básicamente es cuando las encías se inflaman y se empiezan a dañar, incluso puede que se pierdan dientes si no se trata.
Pero aquí viene lo fuerte: a veces, una persona llega al dentista con las encías súper inflamadas, sangra mucho al cepillarse, tiene mal aliento o siente movilidad en los dientes, y resulta que eso es lo que lleva a sospechar que puede tener diabetes sin saberlo. Hay casos en los que el dentista es el primero en darse cuenta de que algo no va bien, y luego, al hacer análisis, se confirma.
También pasa al revés: si una persona tiene diabetes, pero cuida muy bien su boca y va al dentista con frecuencia, tiene muchas más probabilidades de controlar bien su enfermedad. Porque una infección en la boca puede hacer que los niveles de azúcar se descontrolen.
Así que es como un círculo: la diabetes afecta a la boca, y la boca puede empeorar la diabetes.
Alzhéimer y salud bucal
Otra cosa que me sorprendió mucho es la relación entre el alzhéimer y la salud bucal. Este es un tema más reciente, y todavía se está investigando mucho, pero ya hay bastantes estudios que lo respaldan.
Resulta que las bacterias que causan enfermedades en las encías, como la periodontitis, pueden llegar al cerebro a través del torrente sanguíneo. Y se ha encontrado que esas bacterias están presentes en cerebros de personas con alzhéimer. No se sabe aún si son causa directa, pero todo apunta a que podrían estar relacionadas.
Además, hay otra cosa que tiene lógica: cuando una persona empieza con los primeros síntomas de alzhéimer, puede dejar de cuidar bien su higiene bucal. Y eso hace que las encías se inflamen, que haya infecciones, que se pierdan dientes… todo eso empeora el estado general del cuerpo y del cerebro.
Por eso es tan importante que los dentistas estén atentos a este tipo de cambios, sobre todo en pacientes mayores. Una boca descuidada, de repente, puede ser la señal de algo más serio.
Enfermedades del corazón y la boca
Aquí viene otra conexión que me dejó loco: las enfermedades del corazón también tienen relación con la salud bucodental. Resulta que las bacterias que están en la boca, si entran al torrente sanguíneo por culpa de una encía inflamada o una infección, pueden viajar hasta el corazón y provocar problemas allí.
Hay estudios que muestran que las personas con enfermedades periodontales tienen más riesgo de sufrir infartos o enfermedades cardiovasculares. ¿Por qué? Porque esas bacterias pueden provocar inflamación en las arterias, lo cual es superpeligroso.
Y de nuevo, muchas veces es en la consulta del dentista donde se detectan estos problemas por primera vez. Porque una boca inflamada, con sangrado constante y sarro, no es solo una cuestión estética o de higiene. Puede ser una señal de que algo más va mal por dentro.
VIH, anemia, leucemia… también dan señales en la boca
Además de las enfermedades más conocidas, como lo son las que he mencionado antes, hay muchas otras que también dejan huellas en la boca.
-Por ejemplo, las personas con VIH pueden tener llagas, infecciones por hongos o incluso cambios en las encías. Y todo eso puede ser detectado en una revisión dental.
-La anemia también puede hacer que la lengua se vea pálida o que la persona sienta dolor en la lengua, como si quemara.
-En la leucemia, una de las cosas que puede aparecer es sangrado de encías sin razón aparente, o manchas en la boca.
De nuevo, no es que el dentista haga un diagnóstico definitivo, pero sí que puede ser el que dé la voz de alarma. Y eso, en muchos casos, puede cambiar la vida de una persona.
El papel del dentista es mucho más que limpiar dientes
Todo esto me ha hecho darme cuenta de que los dentistas no estamos (o no estaremos) solo para poner empastes, hacer limpiezas o poner ortodoncia. También tenemos un papel superimportante en la salud general de las personas. A veces, una visita al dentista puede ser la primera pista para detectar una enfermedad grave.
Por eso es tan importante no dejar pasar las visitas al dentista. Mucha gente piensa que solo hay que ir cuando duele algo, pero no. Hay que ir también para prevenir, para revisar, para detectar cosas que no se ven a simple vista. Y también para que te miren las encías, la lengua, la mucosa… porque ahí puede haber pistas de otras cosas.
¿Y qué puedo hacer yo si no soy dentista?
Buena pregunta, porque yo también me lo he preguntado tras hacer este trabajo que ahora estoy compartiendo contigo.
Lo primero es prestar atención a tu boca. Si notas que te sangran las encías al cepillarte, que tienes mal aliento constante, que te duelen los dientes sin motivo o que sientes la boca seca o rara, no lo dejes pasar. No pienses que es normal, porque a veces no lo es. Y no esperes a que te duela algo mucho para ir al dentista.
Otra cosa que puedes hacer es cuidar tu higiene bucal todos los días. Cepillarte bien, usar hilo dental, evitar abusar del azúcar… todo eso no solo protege tus dientes, sino también tu salud general. Porque como has visto, la boca y el cuerpo están conectados.
Y, por último, si tienes familiares mayores, como tus abuelos, o si conoces a alguien que tiene diabetes, problemas del corazón o enfermedades similares, anímales a que vayan al dentista. A veces, ellos no se dan cuenta de lo importante que es.
Como ves, tu boca puede estar intentando decirte algo
Después de hacer este trabajo para la universidad, me quedó clarísimo que la boca es como una especie de espejo del cuerpo. Lo que pasa dentro de ti puede verse reflejado ahí, y si estás atento, puedes darte cuenta antes de que sea tarde.
Y no necesitas ser dentista para empezar a cuidarte. Solo necesitas tener un poco de atención, una buena rutina de higiene, y no dejar pasar las visitas al dentista.
La próxima vez que te mires al espejo mientras te cepillas, piensa en esto: tu boca podría estar avisándote de algo más. ¡Escúchala!